Navidad, mesa y excesos: cuando el placer también pasa factura a la salud

Luces, reuniones, brindis, sobremesas interminables… La Navidad es una época para disfrutar, compartir y celebrar alrededor de una mesa. Pero también es el momento del año en el que más fácilmente descuidamos nuestros hábitos. Turrones, mariscos, fritos, vinos, dulces y copas se suceden durante días y, casi sin darnos cuenta, el cuerpo empieza a pedir tregua.

Porque disfrutar está permitido, pero abusar, aunque sea por tradición, acaba dejando huella.

---

Cuando el cuerpo dice “hasta aquí”

El principal enemigo de la salud en estas fechas no es una comida concreta, sino la acumulación de excesos durante varios días seguidos. El resultado es una combinación explosiva: más calorías, más grasas, más azúcar, más alcohol… y menos movimiento.

Las consecuencias más habituales tras las fiestas son:

• Sensación de pesadez y digestiones lentas
• Retención de líquidos
• Aumento de peso
• Subida del colesterol
• Desajustes en la tensión arterial
• Mayor cansancio físico y mental

El sistema digestivo es uno de los grandes damnificados. El estómago sufre por las comidas copiosas, el hígado se sobrecarga por el alcohol y las grasas, y el páncreas trabaja a un ritmo mayor del habitual. Todo esto se traduce en ardor, hinchazón, gases y esa sensación tan conocida de “no haber hecho bien la digestión”.

---

El alcohol, el invitado silencioso

En Navidad el consumo de alcohol suele normalizarse. Una copa “por compromiso”, otra en la comida, otra en la cena… y así durante varios días. El problema es que el alcohol no solo aporta calorías vacías, sino que deshidrata, altera el sueño, castiga el hígado y aumenta el apetito.

Alternar bebidas alcohólicas con agua, espaciar las copas y establecer días sin alcohol durante las fiestas es una forma sencilla de proteger la salud sin renunciar al brindis.

---

¿Se puede disfrutar sin pasar factura? La respuesta es sí

Los especialistas insisten en que no hace falta vivir la Navidad a base de restricciones. La clave está en el equilibrio:

• Mantener horarios de comida regulares
• Servir raciones más pequeñas
• Comer despacio y saborear
• No llegar con hambre extrema a las grandes comidas
• Incluir fruta y verdura incluso en los menús festivos
• Beber suficiente agua

Y, por supuesto, moverse. Un paseo diario, salir a caminar tras las comidas o mantener una mínima rutina activa ayuda a compensar parte del exceso calórico y mejora notablemente la digestión.

---

El “día después”: cómo resetear el cuerpo sin castigos

Tras las fiestas muchos optan por dietas exprés, ayunos extremos o restricciones severas. Sin embargo, los expertos coinciden: no son necesarias ni recomendables.

Lo más eficaz es volver poco a poco a una alimentación basada en:

• Verduras y frutas
• Proteínas magras
• Legumbres
• Cereales integrales

Reducir la sal, eliminar ultraprocesados durante unos días, beber mucha agua y dormir bien permite que el organismo se autorregule de forma natural. El descanso también es clave para recuperar la energía y normalizar las hormonas del apetito.

Y, si las molestias digestivas, el cansancio extremo o el malestar persisten, lo más prudente es acudir a un profesional sanitario.

---

Disfrutar sí, descuidarse no

La Navidad está hecha para celebrarla. Para compartir, reír, brindar y sentarse alrededor de una mesa. Pero también para cuidar de uno mismo. Porque disfrutar no está reñido con la salud… siempre que sepamos poner límites cuando el cuerpo empieza a pedirlos.